LIMA, La dama de los Andes

En 1532, un grupo de conquistadores españoles dirigidos por Francisco Pizarro derrotaron al inca Atahualpa y conquistaron su imperio. Dado que la Corona Española había nombrado a Pizarro gobernador de las tierras que conquistase,3 éste emprendió la búsqueda de un lugar adecuado para establecer su capital. Su primera elección fue la ciudad de Jauja, sin embargo, esta ubicación fue considerada inconveniente por su altitud y su lejanía del mar al estar situada en medio de los Andes.4 Exploradores españoles dieron cuenta de un mejor lugar en el valle del Rímac, cerca del océano Pacífico, con abundantes provisiones de agua y madera, extensos campos de cultivo y un buen clima. Ahí, Pizarro fundó su nueva capital el 18 de enero de 1535 con el nombre de Ciudad de los Reyes.5
En agosto de 1536, la recién fundada ciudad fue sitiada por las tropas de Manco Inca, líder de una rebelión incaica contra el mandato español. Los españoles y sus aliados nativos, encabezados por el propio Pizarro, derrotaron a los rebeldes luego de fuertes luchas en las calles de la ciudad y sus alrededores.6 El 3 de noviembre de 1536, la Corona Española reconoció la fundación y el 7 de diciembre de 1537, el emperador Carlos V confirió un escudo de armas a la ciudad.
Durante los siguientes años, Lima debió afrontar los disturbios causados por las disputas entre diferentes grupos de españoles. Al mismo tiempo, aumentó su prestigio al ser designada capital del Virreinato del Perú y sede de una Real Audiencia en 1543.7 La primera universidad limeña, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fue creada en 1551 y la primera imprenta en 1584. La ciudad también se convirtió en un importante centro religioso, en 1541 llegó a ser sede de una diócesis de la Iglesia católica, la cual se convirtió en arquidiócesis cinco años después.8
Lima prosperó en el siglo XVII como el centro de una vasta red comercial que integraba el Virreinato del Perú con América, Europa y Asia Oriental.9 Los comerciantes limeños canalizaban la plata peruana a través del cercano puerto del Callao y la intercambiaban por bienes importados en la feria comercial de Portobello, en la actual Panamá.10 Esta práctica era sancionada por ley, pues la Corona había estipulado que todo el comercio del virreinato debía pasar por el Callao en su camino hacia y desde mercados del exterior. La prosperidad económica de la ciudad se vio reflejada en su rápido crecimiento, la población aumentó de alrededor de 25 000 en 1619 a un estimado de 80 000 en 1687.11
Sin embargo, la ciudad no estuvo libre de peligros. El 20 de octubre y 21 de diciembre de 1687, fuertes terremotos destruyeron gran parte de la ciudad y sus alrededores.12 El desastre fue seguido por epidemias y falta de alimentos, lo que provocó el descenso de la población a menos de 40 000 para 1692.13 Una segunda amenaza era la presencia de piratas y corsarios en el océano Pacífico. Una expedición naval holandesa atacó el puerto del Callao en 1624 pero fue rechazada por el virrey Diego Fernández de Córdoba.14 Bucaneros ingleses proliferaron en las aguas del Pacífico en la década de 1680hasta que fueron repelidos por los comerciantes de Lima en 1690.15 Como medida de precaución, el virrey Melchor de Navarra y Rocafull construyó las Murallas de Limaentre 1684 y 1687.16
El terremoto de 1687 marcó un punto de quiebre en la historia de Lima, pues coincidió con una recesión en el comercio, el declive de la producción de plata y una mayor competencia económica con ciudades como Buenos Aires.17 A estos problemas se sumó un devastador terremoto el 28 de octubre de 1746, el cual causó severos daños en la ciudad y arrasó El Callao, obligando a un gran esfuerzo de reconstrucción a cargo del virrey José Antonio Manso de Velasco.18 Este desastre generó una intensa devoción hacia una imagen de Cristo conocida como el Señor de los Milagros, la cual ha sido sacada en procesión cada octubre desde 1746.19

Durante la segunda mitad de la época virreinal, cuando estuvo gobernada por los reyes de la Casa de Borbón, el desarrollo urbano de Lima estuvo marcado por las ideas de la Ilustración sobre la salud pública y el control social.20 Entre los edificios construidos durante este periodo se encuentran un coliseo de gallos, la plaza de Toros de Acho y el Cementerio General. Los dos primeros fueron erigidos para regular esas actividades populares, centralizándolas en un solo lugar, mientras que el cementerio puso fin a la práctica de enterrar a los muertos en las iglesias, considerada insalubre por las autoridades públicas.20

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